lunes, 30 de abril de 2018

Educación sexual (Archipiélago Orwell)

Carlos Serra

El Mundo, 30 de abril de 2018






   
     Muchos de los programas de género para la re-educación sexual escolar se inspiran en los
estudios sobre sexualidad humana del zoólogo Alfred C. Kinsey, realizados medio siglo atrás y
cuyas conclusiones asentaron un patrón definido de comportamiento sexual infantil basado en
información suministrada por depredadores sexuales que habían violado a niños, incluidos
bebés de dos meses de edad. Los resultados del estudio han sido utilizados frecuentemente por
los ideólogos de género para hipersexualizar y cosificar a los menores de edad, dejando la
puerta abierta a la homologación de todo tipo de aberraciones morales, desde la pedofilia
hasta la zoofilia pasando por el incesto, maquillando como normales experiencias que solo
pueden explicarse desde la perspectiva del trastorno mental y la perversidad extrema.

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     La nueva antropología que propone la ideología de género elimina las diferencias biológicas
entre hombres y mujeres. Así, el género sería una construcción social que superaría lo
masculino y lo femenino, diluyéndose en un polimorfismo sexual donde, al no haber distinción
entre varón y mujer, toda relación sexual tiene idéntico valor antropológico y social.

     Mediante trampas semánticas como la lucha contra la discriminación de género o la
promoción de la diversidad sexual, la ideología de género ejecuta la reasignación de roles
sexuales promoviendo en los programas escolares la masturbación, la promiscuidad, el sexo en
grupo o el homosexualismo, en un ejercicio de puritanismo invertido, pues no se incide en que
la vida sexual de una persona debe ser un ejercicio de libertad individual responsable y no un
catecismo escolar obligatorio.

     Los ingenieros de género justifican su injerencia en las escuelas reivindicando el derecho de
los niños a su sexualidad. La psiquiatría no ideologizada aconseja, por el contrario, proteger
su derecho a la infancia.

     Me planteo si una joven de 18 años buscando de madrugada una habitación de hotel con cinco
desconocidos es un ejercicio de libertad sexual grupal, como señalaría la ideología de género,
o si, por el contrario, es la progresión natural de la falta de referentes claros que permitan
entender la sexualidad como parte de una vida plena y responsable, desde el respeto a los
demás y a nosotros mismos como personas merecedoras de dignidad y protección y no como
instrumentos al servicio de nuestras abyecciones personales o las de los demás.

     Desnaturalizar los vínculos afectivos de la sexualidad desde las aulas sea, quizás, otro asomo
al abismo de la degradación académica y humana que vivimos.