domingo, 24 de diciembre de 2017

Con los médicos como con los profesores.

Julián Ruiz-Bravo

Profesor de Educación Secundaria


Miembro fundador de PLIS. Educación, por favor.

      El Mundo, 24 de diciembre de 2017

    Hace ocho años, en 2009, escribí, a propósito del plan del gobierno del Pacte II de convertir el catalán en requisito posterior para ejercer la medicina, lo que sigue más abajo y que quedó publicado en un blog, sin transcendencia en los medios de comunicación. Adiviné, sin invocaciones a fuerzas oscuras, lo que en 2017, ya con el gobierno Armengol del Pacte III, iba a ocurrir, que el catalán se convertiría en un requisito previo para ejercer la medicina.




     Me quedé corto, porque ahora el catalán es requisito previo no sólo por arriba, para ejercer la profesión de médico, sino también por abajo, para ejercer la profesión de barrendero. Pero no se preocupen, que aún habrá más. Dentro de poco será requisito previo para construir puentes, alzar rascacielos o ejercer el psicoanálisis o psiquiatría. Sí, para ejercer el psicoanálisis también, señores psicólogos argentinos o andaluces, porque esto del requisito previo de la lengua para plazas tan especializadas como las de médico, es un asunto propio de la patología psicológica social, o sociolingüística, y no se puede entender sino desde el psicoanálisis en catalán. Y para ejercer la psiquiatría, también, sr. Lázaro, presidente del sindicato médico de Baleares SIMEBAL, porque sólo desde la psiquiatría en catalán se puede entender esto.

     Prepárense  los bigotes y las barbas todos aquellos que tengan una profesión altamente especializada; también los que aspiran a ejercer una profesión nada especializada.  El mundo perfecto está ahí mismo, el Govern Armengol nos lo muestra.

     Este es el artículo, tal y como se escribió en 2009, con la única alteración de un paréntesis. Juzguen si acerté. No me llamen adivino, llámenme  ser animado racional.

     “Los médicos, enfermeros y personal sanitario saben perfectamente lo que les aguarda si ceden o aflojan su resistencia. Lo que el Govern Balear quiere hacer con ellos ya lo ha hecho anteriormente con otros. Hace unos doce años (ahora veinte años), los profesores de educación primaria y secundaria que aprobaban oposiciones o que, por concurso de traslados, ganaban una plaza en Baleares tenían dos años, prorrogables a tres, para adquirir el nivel C de catalán.  Este requisito, que no mérito, “posterior” a la adquisición de la plaza, se convirtió en poco tiempo en un requisito previo. El resultado es que hoy ningún profesor de otras partes de España, excepto valencianos y catalanes, puede ejercer su profesión en Baleares, aunque haya obtenido el Nobel o aunque no se disponga de profesores mallorquines suficientes para cubrir ciertas especialidades (por ejemplo, matemáticas). El resultado es que este y otros procedimientos de selección, ajenos a la excelencia, han domesticado a los profesores y los han acomodado en el menor esfuerzo posible.

     Sólo es cuestión de tiempo que esto se repita en Sanidad. El requisito, que no mérito,  “posterior” se convertirá, no lo duden, en “previo”, por la sencilla razón de que a los políticos de Baleares no les interesa la medicina, como tampoco la enseñanza, sino el poder y lo que, como el catalán, sirva de plataforma de poder. Tal vez, para conseguir sus propósitos, al final el Govern acabe cediendo ante los profesionales de la salud que trabajan “ahora” en Baleares, con una estrategia muy parecida a la utilizada con los profesores: se les garantizará su puesto de trabajo, o se les permitirá acreditar el conocimiento del catalán en un tiempo amplísimo, incluso es posible que se les exima de su conocimiento. Una vez “comprado” el silencio de los que ya están aquí, de forma inmediata se consagrará el conocimiento del catalán como requisito previo para todos aquellos que quieran en adelante trabajar “aquí”.

     Pero lo realmente importante es que una oposición o un concurso de traslados sólo deben contemplar “requisitos” si sirven para garantizar la cualificación profesional, la excelencia o la mera práctica de la profesión. Por esta razón un médico, que lo es después de seis años de difícil licenciatura, un durísimo examen MIR, varios años de especialización como residente en un hospital y unas exigentes oposiciones, no puede aceptar de grado que su actividad profesional dependa de un “requisito”, que no mérito, extemporáneo y extravagante, sólo pertinente como plataforma política.

     P.D. Brújula para navegar en el proceloso mar del nacionalismo subvencionado. Si usted no es profesor ni médico, pero quiere hacerse acreedor de una subvención, vaya preparándose y cumpliendo con el requisito previo de la lengua catalana. Tendrá mucho ganado cara a la competencia. Según el Plan de Normalización Lingüística, que está a punto de aprobarse, las asociaciones o sociedades deportivas y  las ONGs, por ejemplo, que quieran recibir subvenciones, deberán cumplir con el “requisito” del catalán, totalmente necesario, según nuestros políticos, para fomentar el deporte, para alcanzar un récord mundial, para excavar un pozo en África o para abrir una escuela en El Ecuador.